
Un estilo de vida activo puede marcar la diferencia en los síntomas de la EH
Más razones para estar activo: un estilo de vida pasivo puede contribuir a una aparición más temprana de los síntomas de la EH.
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Todos sabemos que el ejercicio y mantenerse activo son buenos para todos, tengan o no riesgo de desarrollar la EH. Un nuevo estudio de las actividades de estilo de vida en personas con la mutación de la EH sugiere que mantenerse activo es aún más importante en la EH, y que los hábitos pasivos, especialmente durante la adolescencia, podrían ser un factor que puede causar una aparición más temprana de los síntomas de la EH.
Genes, el entorno y la actividad
Los síntomas de la EH generalmente se desarrollan entre los 30 y los 40 años de una persona y, en cierta medida, esto depende de la longitud de la expansión anormal de la repetición CAG dentro del gen de la EH. Cuanto mayor sea la longitud de esta expansión de repetición, más temprano tienden a desarrollarse los síntomas. Sin embargo, el momento en que realmente aparecen los síntomas varía entre las personas. Existe evidencia de que aproximadamente el 40% de esta variación se debe a otros factores genéticos, y aproximadamente el 60% se debe a influencias desconocidas en la vida o el entorno de una persona, a lo que los científicos se refieren como factores ambientales.

Existe evidencia de investigaciones de que factores ambientales como la educación, las actividades de ocio y la ocupación influyen en otros trastornos neurológicos como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson. Y en estudios con animales que utilizan ratones con EH, la investigación ha demostrado que el ‘enriquecimiento ambiental’ (dar a los ratones un entorno más estimulante) retrasa la aparición y ralentiza la progresión de la enfermedad.
Entonces, ¿podría ser este el caso para los humanos? Un grupo de investigadores en Australia y Nueva Zelanda trató de averiguarlo.
El grupo reclutó a 154 voluntarios adultos con síntomas de EH. Se conocían sus tamaños de repetición CAG. Cada uno completó un cuestionario sobre sus actividades de ocio a diferentes edades, todas anteriores al inicio de sus síntomas de EH. Estas actividades se dividieron en físicas (como caminar, correr o hacer jardinería), intelectuales (como leer, dibujar o jugar juegos de mesa) y pasivas (como escuchar música, ver televisión o hablar por teléfono).
También se entrevistó a los participantes, a menudo con un miembro de la familia. El mismo investigador realizó todas las entrevistas y no conocía los tamaños de repetición CAG de ningún participante.
¿Cuáles fueron sus resultados?
Primero, confirmaron lo que ya sabemos: que la edad de inicio de los síntomas de la EH es más temprana, en promedio, para las personas con longitudes de repetición CAG más largas. Esto fue responsable de aproximadamente la mitad de la variación en la edad de inicio de los síntomas.
“La edad de inicio de los síntomas de la EH fue más temprana en las personas que habían pasado más tiempo haciendo cosas pasivas”
Pero aquí está la nueva información: la edad de inicio de los síntomas de la EH fue más temprana en los voluntarios que habían pasado más tiempo haciendo cosas pasivas. No parecía importar si las cosas pasivas eran por placer, no por placer o una combinación. Curiosamente, las actividades intelectuales y físicas no mostraron un impacto significativo en la edad de inicio de los síntomas de la EH. El nivel promedio de pasividad de una persona a lo largo de su vida parecía ser un buen predictor del inicio de los síntomas también.
Luego preguntaron si el momento de la actividad tenía una influencia en la edad de inicio de los síntomas. El mejor predictor fueron los hábitos pasivos en la adolescencia. En otras palabras, la actividad durante la adolescencia es potencialmente la más impactante en términos de edad de inicio de los síntomas de la EH.
Por último, se preguntaron si la longitud de la repetición CAG de una persona podría estar directamente relacionada con su nivel de pasividad. Descubrieron que este era el caso. En otras palabras, puede ser que las longitudes CAG más largas hagan que las personas se comporten de manera pasiva, lo que luego influye en el momento en que se desarrollan los síntomas.
¿A qué conclusión llegaron?
El comportamiento pasivo podría ser en sí mismo un síntoma temprano sutil de la EH. Y en las familias donde un padre tiene síntomas de EH de inicio temprano, el entorno del hogar podría fomentar el comportamiento pasivo en otros miembros de la familia.
En general, los investigadores calcularon que el comportamiento pasivo en lugar del activo causó una diferencia de aproximadamente 4,6 años en la edad en que se desarrollaron los síntomas; ese es el máximo que podría ‘rebobinarse’ si un estilo de vida activo previene el efecto del comportamiento pasivo. El momento para maximizar este impacto sería durante la adolescencia. Estudios como PREDICT-HD han mostrado hallazgos similares en jóvenes en riesgo de EH que no tienen síntomas evidentes.

¿Hay problemas con el estudio?
Sí. Es un número bastante pequeño de participantes, y si una actividad se clasificó como física, intelectual o pasiva depende del juicio del investigador. Además, un estilo de vida pasivo podría simplemente hacer que los síntomas existentes sean más obvios, en lugar de ser los culpables en primer lugar. Las personas con estilos de vida activos podrían tener síntomas similares, pero simplemente aún no ser conscientes de ellos.
En resumen
Ser física y mentalmente activo en la vida es bueno para todos, y particularmente para aquellos en riesgo de desarrollar la EH, porque podría afectar el inicio de los síntomas. Probablemente sea mejor comenzar estos hábitos de estilo de vida activo temprano, no solo para ayudar a mantenerlos, sino también para aprovechar esa ventana de oportunidad crítica que parece existir en la EH. Deben seguir estudios detallados sobre si el ejercicio y la actividad son útiles, y seguramente lo harán.


